¿Qué significa esto, de tener fuerza interior?
Escuchamos muy a menudo comentarios como; «fulano tiene mucha fuerza interior», o «es una persona con fortaleza», o «tiene mucha energía vital».
Fuerza interior o energía vital
Si buscamos una definición basándonos en la física, comprendemos que la fuerza (interna) es una manifestación de la energía (interior).
Es lícito preguntarse entonces, ¿Cuál es la energía que alimenta dicha fuerza?
En diversas tradiciones orientales se habla del Ki, chi o energía vital y se enseñan técnicas para aumentar y canalizar dicha energía.
Para la psicología hablar de fuerza interior es hablar de la disposición que tiene uno de resistir en los momentos difíciles, la capacidad de ser feliz a pesar de los contratiempos que en algún momento toda persona ha experimentado. Encontrar la fuerza para seguir adelante en medio de las dificultades.
Pero el hecho de tener que exigirse a uno, a estar en situaciones complicadas y difíciles durante mucho tiempo y sin medios visibles de solución es otro tema. Frente a situaciones particularmente severas y continuas en el tiempo, la resistencia psicológica y el modo de sobrellevarlas son diferentes en cada persona.
Hoy en día contamos con la ciencia para comprender qué ocurre y qué podemos hacer para vivir una vida aún más plena en nuestro día a día personal. Veamos algunos estudios y sus conclusiones.
Boris Cyrulnik, neuropsiquiatra, etólogo y psicoanalista francés, puso de moda el término resiliencia, Sus trabajos le han permitido desarrollar el concepto de la Resiliencia como un renacer del sufrimiento, como la capacidad del ave fénix que renace de sus cenizas. La palabra viene de la física y describe la capacidad de un metal para, después de haber recibido un choque o una presión continua, recobrar su estado original. En psicología se refiere a la capacidad de las personas para reponerse o recuperarse al dolor emocional y proseguir, es decir salir adelante.
Se han realizado estudios para tratar de comprender cómo pueden algunas personas sobrevivir en situaciones extremas y lograr un equilibrio interior y una vida con sentido. Uno de los ejemplos que más se ha investigado es el de los campos de concentración en la segunda guerra mundial. En las mismas condiciones, unas personas lograron sobrevivir conservando su integridad psíco emocional y pudieron, al finalizar la guerra, tener una vida “corriente”, mientras que otras se hundieron emocionalmente y no lograron sobrevivir o lo hicieron pero fueron infelices.
Si quieres indagar más sobre esto último, te recomiendo el libro «El hombre en busca de sentido» del Viktor E. Frankl. Relata su experiencia como prisionero el los campos de concentración, observando como hay una capacidad humana de trascender a las dificultades y descubrir una verdad fructífera y orientadora.
"Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino." (Frankl,1946)
Hasta aquí muy bien, pero…
¿Qué es lo que sucede con las personas del siglo XXI?
Las personas del Siglo XXI vivimos con la atención focalizada casi únicamente en lo externo: Movil, Facebook, Whatsapp, publicidad, TV… Es la época de los estímulos externos, estamos bombardeados de estímulos fruto del auge de las nuevas tecnologías. Por todo esto no estamos ni educados, ni habituados a prestarle atención a nuestro mundo interior, a lo interno como: sensaciones, pensamientos y emociones. Pero…
Esto no quiere decir que nuestro mundo interior no necesite nuestra atención.
La tendencia actual es huir de nuestro mundo interno, por miedo a encontrarnos con cosas molestas, desagradables, irritantes como emociones incómodas, pensamientos negativos, dolor… Somos parte de una sociedad que venera el placer y rechaza el dolor, ya sé lo que estas pensando, ¡a quien le gusta el dolor!, me dirías, a nadie, te contestaría, sin embargo, el dolor forma parte de la vida.
Y por mucho que huyamos de él, aveces toca a la puerta. Y cuando hacemos caso omiso y nos tapamos los oídos para no oírle, grita. Y cuando dejamos pasar el tiempo, el conflicto que generó aquel dolor se une a nuevos conflictos, que acaban taponando y atascándose en nuestro mundo interior, provocando un desorden psicológico.
Existen diferentes maneras de quitar ese atasco, y es a través del contacto con nuestro mundo interior por medio del diálogo interno, otra la meditación o mindfulness centrada en las emociones, y otra es la escritura como terapia.
Por todo ello las personas que tendemos a referirnos a ellas como que tienen fuerza interior es que han buceado dentro de ellas, encontrándose con cosas agradables y a su vez con cosas no muy agradables, cambiando o aceptando lo que no les gustaba, y con ello fortaleciéndose en el proceso.
Un abrazo para todos.
Psicólogo Cáceres